Las flores no solo sirven para adornar nuestro jardín y maravillarnos con la belleza de sus pétalos. En nuestra piel también tienen múltiples efectos. De hecho, suele ser bastante común encontrarnos algún componente floral en la fórmula magistral de muchos cosméticos.
Así ocurre con la rosa mosqueta, del que tanto hemos oído hablar en los anuncios de cremas corporales y geles de baño. De la familia de las rosáceas, esta flor silvestre suele hallarse en Europa, y de forma especial en Reino Unido. La industria cosmética se sirve de sus semillas para extraer un aceite, que ayuda en la regeneración de cicatrices y estrías que aparecen en la piel gracias a su alto contenido en vitaminas A, C y E.
Otra flor fetiche del mundo de la belleza es la violeta. Esta planta produce flores cuyas tonalidades varían entre el azul, el morado y el púrpura, caracterizadas todas ellas por un suave aroma aprovechado en perfumería.
Asimismo, resulta frecuente encontrarse en geles y leches corporales extracto de flor de azahar, ya que ayuda a mantener la piel hidratada y disminuir así los daños que producen sobre la misma ciertos agentes externos.